domingo, 31 de julio de 2011

Lovers who uncover.


Se conocieron un día cualquiera de verano, por los pasillos rojos del edificio, al día siguiente se vieron en la misma fiesta, todo pasaba rapido, el lugar era enorme, con miles de escondites. El alcohol, las drogas y el frenesi del momento los hicieron mirar las estrellas horas, alucinar, bailar, hablar intimidades hasta la madrugada, cuando todo lo que tenía que pasar sucedió. Durante la mañana se despidieron con besos y abrazos mientras el resto de los invitados de la fiesta los observavan con miradas curiosas. Días despues gracias a las redes sociales empezaron a verse seguido, el amor era lógico, tomaba sentido, pero no de las maneras convencionales, era independiente, eran fieles uno al otro, pero las relaciones serias con otros estaban permitidas.
El cumpleaños de uno sirvió para ponerle un nombre a su relación; Amantes con una historia que recién comenzaba.
Pasaron meses sin verse, pero un hola fue suficiente para encender de nuevo la llama del deseo en ellos, el amor se manifestaba en su forma más bruta, como un diamante sin pulir, pero que aún así era suficiente.
Hasta ahora han sido once encuentros durante los últimos dos años y anoche fue el último, pero no hay onceava sin doceava.


Te veo luego.

sábado, 16 de julio de 2011

Un hombre y un espejo.

Subí el último peldaño y escruté a un hombre de tez pálida, lánguido, con sus ojos fijos en mí. Temí en un principio, miré hacia atrás, para ver si era a otro al que miraba con tanta ira en sus ojos azules, pero no, nadie había. Lo comprendí entonces, sabía sus intenciones, quería asesinarme, sí, era lo que quería, lo podía ver en sus ojos, tan cristalinos que se le podía ver hasta el alma... un alma sombría, negra, plagada de temores y de malas intenciones. Abandonado en las penumbras del ambiente asumí que mi muerte era inminente, pero él no se movía, estaba petrificado igual que yo, verlo ahí se me hacía familiar, recuerdos empezaron a dar vueltas por mi cabeza, entonces una imagen llegó a mí. Era él, era él el hombre que mató a mi esposa y a mi hija, y que ahora venía por mí, venía a terminar su trabajo, pero no se movía, no hacía nada ante mi presencia, solo me miraba fijamente. Me dije a mi mismo que nadie nunca me asesinaría, nadie quedaría impune después de asesinar a toda mi familia. Saqué un arma que traía en mi bolsillo, no sabía tampoco como había llegado ahí, solo sabía que había sido usada recientemente por las marcas de la pólvora. No pensé más y le disparé, nos miramos una última vez, caímos juntos y él desapareció, solo quede yo, durmiéndome lentamente mientras los vidrios se clavaban en mi cuerpo moribundo.

J.

miércoles, 13 de julio de 2011

Bajo la misma luna.

Cuando estás lejos, cuando me haces falta... la miro y al fin dejo de sentir ese vacío, esa soledad llorando en los rincones, ya no siento esa brisa de aire helado, porque verla solitaria en el cielo, rodeada de pequeños puntos de luz invisibles me hace apreciar su soledad y darme cuenta que es la misma a la que tú miras, a la que sueñas, la que te ilumina en la oscuridad, la misma Luna, siempre. Saber que estamos bajo la misma Luna acorta las distancias y ya no te siento lejos, te siento aquí, acostado en mi pecho, por debajo de mi barba.
Cuando cierro los ojos y puedo dormir tanquilo, sé que ni los kilometros, ni las estaciones de metro, te sacarán de mis sueños.

J.