jueves, 4 de noviembre de 2010

Untitled 3

Como huellas en la carretera

De un frenazo abrupto

Como trozos de pasta de dientes

En el lavamanos.

Como caminos de baba de caracol

En las plantas de mi patio.

Como el dolor de oído

Después de un gran estruendo.

Secuelas, señales, consecuencias.

Martirio de tu pasar sublime.

Retorciendo mi carne

Abriendo las llagas.

Marcando ocupado

Recorro los caminos

Que dejó tu sudor salado.

Paso mi lengua, los lleno de besos

Y a pesar de sentir tu sabor de nuevo

Me come por dentro saber de tu ausencia,

Que aún a lo lejos te pienso

Y Escarbo en los recuerdos

Encontrando sólo imágenes vagas y ceniza.

Cuando al fin en un rincón lejano

Hallo algún retazo de ti

Mi mente se regocija en memorias

Cada poro explota en placer

Las gotas de sudor recorren mi ser masculino

Que ante tu presencia se volvía femenino

Entre gritos, respiraciones profundas

Me sumerjo entre las sabanas

Desgarrando la soledad

Saboreando hasta la última gota de ti.

Y cuando todo el brebaje se acaba

Sólo quedan las señales,

Esas que dejas cada vez que apareces en mi cama

Esas que tanto extrañaba.

Miro y veo todo como si hubiera sido ayer

Pero existe una diferencia imposible de ignorar.

Ya no estás y ni el más lindo poema

Te devolverá.

Autor: Sebastián Rivero
Corrección: Himself
Fecha: 04 de Nov. del 2010

Descansa en paz (Cuento de Terror)

Eran las once y media de la noche y en las penumbras de su cuarto buscaba el asilo de las sabanas, para poder sumergirse en un sueño profundo. Ya instalado acurrucó su cuerpo en movimientos lentos y sensuales, cerró los ojos y llegó el silencio. Pasaron los minutos y no conseguía conciliar su sueño, daba una y otra vuelta, pero nada. Al cabo de un tiempo de pensar, decidió ir a buscar un vaso de agua, caminó por el pasillo a oscuras y llegó a la cocina, tomó un vaso y cuando dio la llave del agua, nada, no salía nada de ella. Prendió una vela y comenzó a buscar el problema, revisó cada una de las piezas de las cañerías, pero nada, no había ningún problema detectable a la luz de la vela. Golpeó por un rato las cañerías y se escucho el ruido del agua corriendo, apagó la vela, tomo el vaso y lo puso debajo de la llave, sintió como se llenaba y volvió a su cuarto. Puso el vaso en un estante a un lado de su cama, abrió las cortinas para observar la noche en tinieblas. Cuando se hallaba inmóvil frente a la ventana, escuchó el goteo de la llave de la cocina.

- Tengo que cortar la llave de la cocina, ese goteo interminable de agua no me dejará dormir en toda la noche. – se dijo –

Se dirigió otra vez a la cocina, apretó la llave y cuando dejo de gotear volvió al cuarto. Se sentó en la orilla de su cama y tomó el vaso de agua. Estaba vacío.

- Debo haber olvidado llenarlo. – se dijo –

Volvió a la cocina, dio la llave y lleno el vaso, salió de la cocina y caminó por el pasillo. Cuando iba llegando a su cuarto sintió otra vez el sonido del goteo, interminable y con un eco que hacía que su piel se erizara. Volvió a la cocina cerro la llave, caminó por el pasillo y sintió su vaso más liviano. Estaba vacío, otra vez. Estaba seguro de haber llenado el vaso, pero a pesar de su convicción, regresó a la cocina y lleno al vaso, cerro la llave con fuerza y caminó por el pasillo. Se sentó el la orilla de la cama y tomo un poco de agua. Satisfecho por el agua bebida y por el silencio que inundaba cada rincón de su cuarto decidió volver a la cama.

Ya acostado miro hacia la ventana y observó durante mucho tiempo, tanto que se le volvió incontable dentro de su cabeza. Siguió observando y noto que una rama golpeaba la ventana, no lo había notado, pero ahora el ruido que hacia retumbaba en sus oídos como tambores de una banda en un carnaval.

- ¿Es imposible tener una noche de tranquilo sueño? – se dijo –

Sé levantó, abrió la ventana para cortar la molesta rama, el viento entro con un estruendo atroz, hizo volar todos los papeles que habían en su cuarto, las sabanas se movían como velas de un barco en plena tormenta y el aire que pasaba entre la madera agrietada por el tiempo hacia un sonido que se asemejaba a un silbido. Cortó la rama y cerró la ventana. El silencio regresó al cuarto, dejo la rama a un lado de la cama junto al vaso y se acostó otra vez.

Pasaba el tiempo y no lograba conciliar el sueño, la llave de la cocina goteaba cada cierto tiempo, en la ventana la rama golpeaba una y otra ves y aunque era cortada cada vez, volvía a crecer.

- ¡Estoy arto!, no haré nada más, me quedaré aquí y dormiré con silencio o sin él. – se dijo –

Se dispuso a dormir a pesar de los molestos ruidos que le impedían su descanso, antes de cerrar los ojos sacó su reloj del escritorio.

- Son las once y media. – se dijo –

Fin.



Autor: Sebastián Rivero

Corrección: Himself

Fecha: No recuerdo.